La necesidad de protección, tanto de nuestra integridad física como de nuestras pertenencias, es casi tan antigua como el ser humano. Por eso, no es de extrañar que los sistemas de seguridad en casa tengan varios siglos de historia.

Elementos y barreras físicas, así como perros guardianes y otros animales, han jugado el papel de protectores durante muchos años.

Los sistemas de seguridad en general se componían también de muros, puentes levadizos, fosos y un ejército de hombres y centinelas alerta ante cualquier amenaza.

Pero poco a poco el desarrollo tecnológico permitió dejar nuestra seguridad en manos de la tecnología.

Historia de los sistemas de alarma en casa

En concreto, los primeros sistemas de alarma, precursores de los sistemas actuales, se desarrollaron en el siglo XIX y desde entonces no han dejado de evolucionar incorporando cada vez más eficacia, rapidez y seguridad.

Así, lo que en un primer momento era un martillo golpeando una campanita ha pasado a ser un moderno sistema de alerta, con todo tipo de elementos incorporados para mejorar la seguridad.

A lo largo del siglo XX los sistemas de alarma pasaron a integrar videovigilancia, sensores de movimiento y otros mecanismos de control para conseguir evitar los tan temidos robos en el hogar.

En las próximas líneas vamos a contar la historia de los sistemas de alarma y a nombrar a aquellos que gracias a su espíritu innovador y su emprendimiento permitieron el desarrollo de los elementos que hoy usamos para la seguridad del hogar.

S. XIX: Pope lanza la primera alarma electromagnética

Los centinelas y las torres de control, los aullidos de los perros y los graznidos de los gansos fueron dejando paso, poco a poco, a la tecnología desde el siglo XIX.

En concreto, en la década de 1850, Augustus Russell Pope, en Boston, Massachusetts (EE.UU.), patentó el que se considera el primer sistema de alarmas de la era moderna.

Con una batería, electricidad, imanes y una campana Pope creó la primera alarma electromagnética antirrobo de la historia.

Este primer sistema de alarmas era muy rudimentario, pero enormemente efectivo. Consistía en un circuito eléctrico en el que las puertas y las ventanas estaban conectadas como unidades independientes.

De esta manera, si se abría la puerta o alguna ventana, se activaba el circuito produciendo una vibración que se transmitía a un martillo y producía movimiento. Ese movimiento se trasladaba al martillo que golpeaba una campana.

El golpe provocaba un sonido de alarma y se repetía de manera constante, dado que una vez que saltaba un muelle evitaba su desconexión volviendo a cerrar la puerta.

Este sistema tan antiguo supuso el nacimiento de un sector, el de las alarmas de seguridad, en crecimiento, en el que la incorporación de tecnología ha permitido llegar a desarrollar los sistemas que utilizamos hoy en día.

De hecho, la patente de Pope rápidamente fue comprada e impulsada por el que es considerado el padre de los sistemas de alarma modernos: Edwin Holmes.

El impulso a las alarmas de seguridad de Holmes

Al comerciante Edwin Holmes se le considera el padre de los sistemas de alarma porque dedicó buena parte de sus esfuerzos a comercializar y extender los sistemas de alarmas.

El carácter inventor de Pope dio paso al espíritu emprendedor de Holmes que permitió extender el uso de los sistemas de alarma electromagnéticas, gracias a su comercialización a través de su empresa.

La empresa de Holmes fue la primera empresa de instalación y comercialización de alarmas de seguridad para negocios y hogares.

La visión e inteligencia de Holmes le llevó a comprender que nunca vendería alarmas si la gente no confiaba en ellas y si no se instalaba en ciudades donde la delincuencia era más acusada, como Nueva York.

Por eso, se mudó a esta ciudad y, aprovechando el tirón de los medios de comunicación de masas, llevó a cabo una campaña de publicidad hoy digna de cualquier estrategia de marketing de una compañía de alarmas moderna.

Pronto consiguió clientes de renombre, como la famosa joyería Tiffany, a los que a su vez utilizó como reclamo y símbolo de prestigio y confianza para su sistema de alarmas, una solución por entonces moderna e innovadora ante la inseguridad y la delincuencia.

La expansión de las alarmas a través de la red telefónica

En Nueva York, Holmes consiguió ir haciéndose un hueco cada vez mayor en el mercado. Sus sistemas de alarmas se convertían en un elemento moderno e imprescindible para todos aquellos que pudieran permitírselo.

Comercializó e instaló más de 1000 alarmas para casas y comercios y consiguió establecer la primera red de alarmas monitoreada por una estación central en Nueva York.

Esto fue el inicio del siguiente hito en la historia de los sistemas de alarmas, protagonizado en este caso por su hijo, Edwin Thomas.

Este hombre cayó en la cuenta de que podía utilizar directamente la red de cables telefónicos preexistente para montar su propia red de alarmas.

Posteriormente, aunque Holmes vendió sus participaciones en la Bell Phone Company, decidió mantener su derecho de uso de las líneas telefónicas de la empresa para poder seguir ampliando su sistema de alarma.

En los albures del siglo XX, el negocio cambió de manos, dado que la American Telephone and Telegraph Company compró en 1905 la empresa, dando lugar al siguiente paso en la evolución del sector.

La policía forma parte del sistema de alarmas

La adquisición del negocio por parte de la American Telephone and Telegraph Company y la aportación de Edward A. Calahan permiten que a principios del siglo XX se incluya en el sistema un pequeño dispositivo que alertaba a los bomberos y a la policía.

Una vez que el negocio es de la AT&T este dispositivo se integra directamente al sistema de llamada de emergencia existente en la época.

La alta tecnología mejora los sistemas de alarmas

Tras la Segunda Guerra Mundial, se introducen numerosos componentes en las alarmas para el hogar fruto de la innovación armamentística y el desarrollo de la tecnología y los sistemas de seguridad.

Poco a poco, los sistemas de alarma se volvieron cada vez más sofisticados y, a su vez, asequibles. De este modo, se fueron extendiendo e integrando componentes clave como los detectores de movimiento o las cámaras de videovigilancia.

A mediados de los años 90 y hasta hoy, ya podemos hablar de desarrollo pleno de los sistemas de alarmas, cuya tecnología ha continuado mejorando en calidad y eficiencia.

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